Instruciones para volverse loco
Desvélese toda la noche gracias a la bachata, los gritos y
zapatazos de la fiestecita del barrio cerca de su residencia. Levantase con el
pie equivocado, no importa si es el
derecho o el izquierdo, solo
recuerde caerse o doblarse ligeramente alguna extremidad de su cuerpo. Procure
quemar su desayuno para que no le quede otra opción que comerse una empanadita,
con recuerditos de su higiénico chef, de seguro alguien con largos rulos
negros. Tal día como ese, recuerde utilizar el servicio público de transporte
de su preferencia con más retrasos posibles, si en este caso se ha decido por
el metro, esmérese por encontrar el vagón sin aire, este suele ser casi siempre
el del medio, ese bien ubicado que da hacia la escalera mecánica dañada más
cercana y sin ningún espacio, para que una vez adentro lo pisen, lo empujen, lo
maltraten y lo perfumen con el tierno hedor de unos de sus compañeros quienes
al parecer no se han bañado desde hace una semana.
Llegue lo más tarde posible a la reunión con los socios de Houston,
para que se gane la mirada de desprecio de su jefecito. Absténgase de no comer hasta su hora de salida, no por
falta de hambre sino por todo lo que le tocó hacer para enmendar su error de
esta mañana. Procure obtener una digna migraña, gracias al estrés y la falta de
alimento. Su viaje de regreso a casa deberá ser eterno gracias al merengue
volumen 20 de la última camionetica de la zona. Súmele a ello, unas constantes ganas de
vomitar, poca visibilidad y una gran irritación a todos los olores y la luz.
Organice su agenda para que coincida con su tan esperado cuarto aniversario,
llame a su novio e irrítelo hasta que decida cancelar por millonésima vez, su
viaje a Los Roques. Llegue a casa caminando lo más tarde posible y encuéntrela
inundada hasta los teque teque de agua, una hora después debería escuchar el timbre con
la inesperada visita de una de sus tías más queridas, esa de la voz chillona,
que solo viene para chismear con su madre hasta las 3 de la madrugada. Corra a
su cuarto en cuanto se desocupe y machúquese la mayor cantidad de dedos
posibles, con la mesita de noche, agarre dos almohadas y golpéelas como sacos
de boxeo, grítele a todos que se vayan al demonio y para darle ese toque
personal, tire la puerta de su cuarto una o dos veces.
Debería sentir como empeora el dolor y las palpitaciones en su
cabeza. Su ansiedad por salir corriendo y el sudor lo ayudarán creer que se
encuentra en una caja, sin aire y sin esperanzas de vida. Mientras intenta relajarse,
su frenética tía le preguntará en aquel tono de voz: ¿dónde dormirá ella?, ¿qué
si tiene una cobija?, ¿qué si ya comió?, ¿qué si ya se bañó?, ¿qué si ya se
durmió?
Ese día intente odiar su colchón, su sombra y hasta el aire que
respira. Simplemente procure no morir reventado como una chicharra, ya que, tan
solo queremos un poco de demencia más no un derrame cerebral. IMPORTANTE:
Recuerde siempre sonreír como guasón para que todos noten su estado. Sí ha
logrado cumplir con todos estos simples detalles en tan solo un día o más, ¡FELICIDADES!
todos estarán convencidos que usted está loco de remate.
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