miércoles, 27 de febrero de 2013

Instruciones para volverse loco



Desvélese toda la noche gracias a la bachata, los gritos y zapatazos de la fiestecita del barrio cerca de su residencia. Levantase con el pie equivocado, no importa si es el  derecho o el  izquierdo, solo recuerde caerse o doblarse ligeramente alguna extremidad de su cuerpo. Procure quemar su desayuno para que no le quede otra opción que comerse una empanadita, con recuerditos de su higiénico chef, de seguro alguien con largos rulos negros. Tal día como ese, recuerde utilizar el servicio público de transporte de su preferencia con más retrasos posibles, si en este caso se ha decido por el metro, esmérese por encontrar el vagón sin aire, este suele ser casi siempre el del medio, ese bien ubicado que da hacia la escalera mecánica dañada más cercana y sin ningún espacio, para que una vez adentro lo pisen, lo empujen, lo maltraten y lo perfumen con el tierno hedor de unos de sus compañeros quienes al parecer no se han bañado desde hace una semana.


Llegue lo más tarde posible a la reunión con los socios de Houston, para que se gane la mirada de desprecio de su jefecito. Absténgase de  no comer hasta su hora de salida, no por falta de hambre sino por todo lo que le tocó hacer para enmendar su error de esta mañana. Procure obtener una digna migraña, gracias al estrés y la falta de alimento. Su viaje de regreso a casa deberá ser eterno gracias al merengue volumen 20 de la última camionetica de la zona.  Súmele a ello, unas constantes ganas de vomitar, poca visibilidad y una gran irritación a todos los olores y la luz. Organice su agenda para que coincida con su tan esperado cuarto aniversario, llame a su novio e irrítelo hasta que decida cancelar por millonésima vez, su viaje a Los Roques. Llegue a casa caminando lo más tarde posible y encuéntrela inundada hasta los teque teque de agua,  una hora después debería escuchar el timbre con la inesperada visita de una de sus tías más queridas, esa de la voz chillona, que solo viene para chismear con su madre hasta las 3 de la madrugada. Corra a su cuarto en cuanto se desocupe y machúquese la mayor cantidad de dedos posibles, con la mesita de noche, agarre dos almohadas y golpéelas como sacos de boxeo, grítele a todos que se vayan al demonio y para darle ese toque personal, tire la puerta de su cuarto una o dos veces.

Debería sentir como empeora el dolor y las palpitaciones en su cabeza. Su ansiedad por salir corriendo y el sudor lo ayudarán creer que se encuentra en una caja, sin aire y sin esperanzas de vida. Mientras intenta relajarse, su frenética tía le preguntará en aquel tono de voz: ¿dónde dormirá ella?, ¿qué si tiene una cobija?, ¿qué si ya comió?, ¿qué si ya se bañó?, ¿qué si ya se durmió?


Ese día intente odiar su colchón, su sombra y hasta el aire que respira. Simplemente procure no morir reventado como una chicharra, ya que, tan solo queremos un poco de demencia más no un derrame cerebral. IMPORTANTE: Recuerde siempre sonreír como guasón para que todos noten su estado. Sí ha logrado cumplir con todos estos simples detalles en tan solo un día o más, ¡FELICIDADES! todos estarán convencidos que usted está loco de remate.

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